Lemmy Kilmister, 70 años de uno de los mayores iconos del rock

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“Somos Motörhead, tocamos rock ‘n’ roll”. Toda una declaración de intenciones que ha presidido cada concierto de una de las mayores instituciones del rock: Motörhead. Un interminable bajo Rickenbacker marrón, unas botas camperas blancas en muchos casos, pantalones ajustados, una camisa vaquera negra, melena al viento en otros tiempos en contraposición al actual sombrero de cowboy, una barba particular, las sempiternas verrugas y un micrófono un palmo más alto que su boca configuran una imagen icónica que no solo representa a Lemmy Kilmister sino a prácticamente medio siglo de historia del rock.

Lemmy cumple hoy 70 años con una salud debilitada por décadas de excesos pero con un sello de autenticidad irrepetible. Para Lemmy no han existido las modas, su rock ‘n’ roll acelerado, muy del gusto de la legión de fans del heavy metal, se ha mantenido inalterable en las últimas cuatro décadas. A día de hoy tampoco ha anunciado ninguna gira de despedida, como sí han hecho buena parte de sus coetáneos, aunque la vida le haya enseñado el filo del precipicio en varias ocasiones, incluso cuando estaba sobre el escenario.

Lemmy Kilmister siempre ha mantenido esa imagen de peculiar estrella del rock a la que no parecía fácil acercarse. Con la prensa ha mantenido una relación con altibajos y en ocasiones distante. Desde hace mucho tiempo cedió el testigo de las entrevistas a sus dos escuderos en Motörhead: Phil Campbell y Mikkey Dee. Con los fans no ha sido inaccesible, aunque tampoco ha permitido demasiados excesos.

En sus camerinos no han faltado ni máquinas tragaperras ni el olor del betún que lustraba sus botas camperas. En los ochenta cuentan los historiadores del género que no era difícil verle portando una maleta repleta de libros. En su apartamento de Los Ángeles, recargado hasta los topes, destaca una pasión nada oculta por las armas y por la estética militar de la Segunda Guerra Mundial.

El Rainbow Bar And Grill en Sunset Boulevard ha sido como una segunda vivienda para Lemmy. Pero él no busca los apartados VIP, su sitio está en el bar, como la mayoría de heavies que se acercan al neón angelino. Allí en una de las esquinas de la barra es uno más, prácticamente no llama la atención entre la clientela habitual, y solo tiene que preocuparse cuando entra el turista de turno, en ocasiones buscándole a él por ser una de las grandes atracciones del local. Si nadie le interrumpe se enfrasca en su tragaperras y su bebida, como quien está en el salón de su casa, abstraído de lo que le rodea.

Cuando Lemmy, nacido como Ian Frazer Kilmister en Burslem, Stoke-on-Trent, Staffordshire (Inglaterra) el 24 de diciembre de 1945, fundó las bases de Motörhead ya tenía 30 años y una larga trayectoria de grupos locales a sus espaldas, además de tres años en la banda de rock espacial Hawkwind.

En cuatro décadas Motörhead ha lanzado 22 discos de estudio, el último Bad Magic el pasado mes de agosto, infinidad de directos y recopilaciones, además de girar sin descanso por todo el mundo. Ni siquiera la edad ha mermado la productividad de un Lemmy, cuya banda ha sido una de las más prolíficas en lo que llevamos de siglo XXI.

Hoy Lemmy Kilmister cumple 70 años y todavía tiene muchos planes por delante aunque su quebradiza salud hace tiempo que haya encendido muchas alarmas en el mundo del rock. Sin embargo, tiene todo el derecho a culminar su carrera a su manera, sin dejarse llevar por nadie, tal como ha hecho durante toda su vida.

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