Muy pronto y en plena tarde llegaba el turno para una de las leyendas que daba sentido al nombre del festival. En este caso Rose Tattoo, iconos del rock ‘n’ roll y el hard rock australiano. A la cabeza de la banda un Angry Anderson que es el verdadero estandarte del grupo y único miembro original que permanece en sus filas. Salió esgrimiendo una botella y demostrando una actitud envidiable para sus 72 años recién cumplidos.
Quedó muy claro desde el principio que el objetivo de Rose Tattoo era recrear sus grandes clásicos, temas que definieron sobre todo sus tres primeros discos. En Villena enlazaron Scarred For Life, One Of The Boys y Rock ‘n’ Roll Outlaw con un Angry Anderson cuya voz sonaba en plenitud. Rebajaron notablemente la intensidad para esgrimir su vena blues en una extensa The Butcher And Fast Eddy.
“Esta trata sobre amar y perder”, explicó Anderson en la presentación de Once In A Lifetime, el único tema que tocaron de su último disco de estudio; Blood Brothers (2007). Recuperaron la potencia con Rock ‘n’ Roll Is King, paso previo a Sweet Love.
Angry Anderson demostró la esencia de las bandas clásicas con su característica voz y lideró una recta final en la que encadenaron Snow Queen, We Can’t Be Beaten y Nice Boys. “Somos Rose Tattoo. Somos una banda de rock ‘n’ roll”. Con esa declaración de intenciones al estilo Lemmy Kilmister se despidió un Angry Anderson que portó con fuerza el estandarte de Rose Tattoo.
