Por Paula Doria
Llegó la primera jornada del Rock Imperium y heavies y rockeros entraban ilusionados al parque de El Batel de Cartagena. Se notaba en los ojos de todos: comenzaba la temporada de festivales, con el césped recién cortado y los vasos de cerveza bien fresquita empezando a llenarse para escuchar a Crummy y Diabulus in Musica.
El calor era excesivo, pero el brutal traqueteo de la batería de Iron Curtain pareció incluso generar una corriente de aire al ritmo del más puro speed metal. Procedentes de tierras murcianas, esta banda es siempre un acierto en cualquier festival. Son artistas con experiencia sobre el escenario, algo que se refleja en temas como «Jaguar Spirit» o «Gypsy Rocker». Eso sí, la que no puede faltar, y que todos los que ya los hemos visto en directo vitoreamos a pleno pulmón, es «Brigadas Satánicas».Siguiendo con el trallazo de speed metal, los jóvenes escoceses Hellripper desataron un caos total entre el público, con James McBain abriendo los pits con «AllHailtheGoat» y «Spectres of theBlood Moon Sabbath».
Desde tierras muy, muy lejanas llegaron Far East Groove, cuyo concierto de canciones de anime sorprendió gratamente a muchos. Los japoneses venían acompañados por el violín del exmiembro de Korpiklaani, TuomasRounakari. El tema estrella fue una de las canciones más conocidas de Naruto, que vino acompañada de vídeos de la saga proyectados en la gran pantalla.
La legendaria banda Satan captó todas las miradas. Aunque habrían brillado aún más bajo la luz de la luna, estos iconos de la New Wave of British Heavy Metal sorprendieron con los agudos de Brian Ross, quien, a sus 70 años, dejó a todos con la boca abierta. Seguramente los lingotazos de Jägermeister que se metía en directo le ayudaban a conservarse mejor.La oscuridad transmitida por Satan se rompió con los guitarreos de hard rock de GUN, banda británica conocida en toda Europa, y con razón: sus temas son auténticos y hacen que te enamores de ellos desde la primera vez que los ves en directo. Canciones como “Shame on You” dejaron al público con muchas ganas de más.
Los primeros cabezas de cartel, Airbourne, ofrecieron un auténtico show. Detrás del micro -aunque pocas veces, ya que no paraba quieto- y como si llegase de otro concierto previo, Joel llenó el Rock Imperium de esos temazos tan esperados por el público: «BreakingOut of Hell», «Girls in Black», «Back in theGame», «TooMuch, Too Young, TooFast«… La gente saltaba, bailaba y agitaba sus cabezas al ritmo frenético de sus riffs de guitarra. Y, por supuesto, no podía faltar el clásico paseo del cantante a hombros por el público.
El show de Airbourne incluyó una buena cantidad de pirotecnia, cohetes de colores y llamaradas de fuego que subieron aún más las temperaturas. Tras usar una sirena mecánica rotatoria para poner en alerta a todos, muchos más temas siguieron, y tampoco pudo faltar el lanzamiento incesante de vasos de cerveza hacia la gente subida a hombros. Joel acertó más de un lanzamiento, y todos lo celebraron al unísono.
El segundo cabeza de cartel fueron King Diamond. El escenario, lleno de decoración gótica representando al “Hospital Saint Lucifer 1920”, el humo, los vestuarios elaborados y el característico maquillaje de King, transportaron a otra época. Y no solo fue estética: King Diamond demostró, una vez más, su altísima creatividad sobre el escenario. Incluyó toda clase de escenas teatrales: una mujer que a veces vestía de blanco y paseaba por la escalinata con un farol, y otras veces aparecía en silla de ruedas, sujetando rosas blancas.
King también se transformaba, usando distintas máscaras, desde una que parecía hecha de piel humana hasta otra al estilo del Fantasma de la Ópera. Agarrando su micro-crucifijo hecho con dos huesos humanos, su setlist se centró en obras maestras de los años 80, con clásicos como «The Eye» y «Voodoo», y también temas aún más antiguos como «Funeral», «Arrival» y «A Mansion in Darkness». Pero la joya de la noche fue la siempre bien recibida «Abigail», una auténtica oda al horror metal teatral para cerrar el show.
Cambiando por completo el ambiente y rompiendo ese velo oscuro con sus mechas rubias, llegaron al escenario los alemanes Kissin’ Dynamite. Temas como “I Gotta Fly” o “I’ll Be the King” demostraban indudablemente que el rock n’ roll corre por sus venas. Para este último, el cantante se adornó con una capa de rey como la que usaba Freddie Mercury, y utilizó su “alto estatus” para dividir al público y orquestar gritos a su favor. Los chicos tienen esa actitud de “malotes” que conquista fácilmente a un público muy entregado. Su energía y el ánimo que infunden recargaron las pilas de la audiencia para aguantar un poco más esta primera noche del Rock Imperium.
Como guinda del pastel, pudo verse a Tom G. Warrior, pionero del black metal, tocando en vivo con su banda Triumph of Death, cuyo repertorio proviene de los míticos Hellhammer. Temas como «Maniac», «Decapitator» y «Chainsaw» fueron auténticamente brutales.