Anoche culminó la tercera edición de Rock Fest Barcelona tras una jornada que vino marcada por la convivencia de estilos tan dispares como el hard rock, el heavy, el thrash y el death metal, una fusión que funcionó a la perfección y que en los años ochenta hubiera sido impensable.

La emotiva despedida de Twisted Sister con un Dee Snider pletórico eclipsó al resto de actuaciones en las que destacaron sobremanera las bandas clásicas como Thin Lizzy y Whitesnake. La explosión thrash llegó de la mano de Anthrax y unos Slayer demoledores que pusieron el punto final a los conciertos de los escenarios grandes.

El death old school de Obituary, el death vikingo de Amon Amarth y el doom de Candlemass saciaron a los seguidores del metal extremo mientras Impellitteri fue una de las delicatessen de esta edición, aunque su concierto fue demasiado corto.

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