Pestilence y Cancer alimentan la llama del death metal ‘old school’ hasta llegar al incendio

PESTILENCE
CANCER
Sala Groove, Portugalete (Bizkaia)
5 de diciembre de 2025

PESTILENCE

Cuando acudes a un concierto de death metal old school es posible que no esperes un derroche de técnica e instrumentación medida al milímetro ni tampoco una oda a la bonhomía de los seres humanos. Desde luego ni eran Dream Theater ni mucho menos Stryper. Eran Pestilence, quienes anoche volaron unas cuantas cabezas en el concierto ‘sold out’ (todas las entradas vendidas) que ofrecieron junto con Cancer en la sala Groove de Portugalete (Bizkaia). Y lo hicieron en una actuación de una hora y dos minutos en la que sobresalió su refinada técnica y potencia, y en la que el líder de Pestilence, Patrick Mameli, defendió que los buenos actos de las personas tienen una proyección que regresa a quienes los practican. Abogó por la bondad en un discurso de una coherencia que escasea en tiempos de polarización y odio.

Los neerlandeses llegaron a la sala Groove a última hora como las estrellas cuando ya estaban acabando su concierto Cancer. Apenas realizaron una mini prueba de sonido y arrancaron sin más dilaciones. “¡Lost Souls!”, bramó Mameli en la introducción del primer clásico del Testimony Of The Ancients (1991). No les temblaron las manos al dar un salto de 30 años para reivindicar Deificvs del Exitivm (2021).

Consvming Impvlse (1989) fue el protagonista en la primera parte de show con hasta tres canciones; Dehydrated, The Process Of Suffocation y Chronic Infection, entre las que intercalaron Morbvs Propagationem. Supieron ensamblar pasado y presente sin que se percibiera un excesivo salto. Sorprendió la impresionante compenetración de una banda que cuenta con un miembro con poco recorrido en el grupo; el guitarrista Max Blok. Aunque ya disponen de un nuevo bajista; el croata Dario Rudić, en esta gira por España siguen contando con Roel Käller (Mayan), quien después de dos años en Pestilence, transitará por nuevas aventuras en sus dos estilos predilectos; el metal y el jazz.

El batería Michiel van der Plicht fue un espectáculo durante todo el concierto con una técnica fuera de serie. Patrick Mameli, por su parte, lideró las voces y alternó solos con Max en un show que fue claramente a más. “¡Old School!”, gritó uno de los espectadores. La respuesta fue Resurrection Macabre, que culminó en una deceleración sorprendente. Devouring Frenzy intensificó más si cabe la furia del death metal en una gran fase de una actuación que ya estaba desatada.

Regresaron a los viejos tiempos del Testimony Of The Ancients con Prophetic Revelations y Twisted Truth. Mameli agradeció a los fans su entrega y en especial el llamativo headbanging de los más entusiastas de la primera fila. Marcaron un nuevo pico de intensidad con Horror Detox en una recta final en la que Mameli sorprendió con sus proclamas. Defendió sobremanera el ‘old school’ (la vieja escuela) y rechazó estilos más actuales como el deathcore. Asimismo, defendió los buenos actos y señaló que quienes hacen el mal lo recibirán de vuelta. También les pidió a los espectadores que regresaran a salvo a sus casas. “Jesús nos mira y quiere que os volváis locos con ‘Out Of the Body’”, sorprendió Mameli en el anteúltimo tema de la noche.

Mameli se volvió a dirigir a los fans para decirles que se va a mudar a Tailandia, aunque continuará con Pestilence. “Una de las cosas que más me gustan de Tailandia son los finales felices”, espetó. La cara del bajista Roel Käller fue un poema cuando lo dijo. “Y queremos daros un final feliz en este concierto”, avanzó en la introducción de Land Of Tears, que completó el show.

Fue una actuación extraordinaria, aunque como suele ser habitual en el estilo demasiado corta. Apenas una hora de concierto que dejó con ganas de mucho más. Pestilence habían brillado con un death metal de la vieja escuela técnico, preciso y con progresiones que le sitúan entre los más grandes del metal extremo europeo. Sus prácticamente 40 años de trayectoria así lo avalan. En Barcelona y Madrid todavía están a tiempo de no perdérselos.

CANCER

Al igual que Pestilence, los británicos Cancer arrancaron su aventura extrema en plenos años ochenta. Publicaron algunos de sus clásicos a comienzos de los noventa y transitaron hasta en tres etapas diferentes, siempre con el liderazgo del vocalista y guitarrista John Walker. Actualmente la banda está radicada en Madrid y salvo John todos los músicos son españoles. Hasta Portugalete llegaron con un nuevo disco bajo el brazo; Inverted World, publicado en abril de este año.

La banda que fusiona el death y el thrash arrancó con el firme propósito de presentar su nueva obra y lo hicieron enlazando temas a destajo. John Walker venía acompañado por Daniel Maganto al bajo, Alberto García a la guitarra y Gabriel Valcázar a la batería. Este último está cumpliendo sus últimos compromisos, puesto que la banda anunció el pasado mes de noviembre que estaban buscando un nuevo batería.

Los clásicos empezaron con Into The Acid y Tasteless Incest, antes de que recuperaran su anterior obra; Shadow Gripped, con Ballcutter y Garrotte. Cancer ofreció una actuación muy seria con una buena compenetración y prácticamente sin un segundo de descanso. De hecho, enlazaban hasta tres temas sin parar. Walker se encargaba de las voces y contribuía con algunos solos, aunque la mayoría recayeron en Alberto, que destacó por su aporte melódico.

Volvieron a su nueva obra con Corrosive antes del embate final, que fue el más celebrado de su concierto. Cerraron con tres de sus mayores bazas; Hung, Drawn And Quartered, C.F.C. y Death Shall Rise, completando un show de 54 intensos minutos y calentando el ambiente antes de la llegada de Pestilence.