A los espectadores que prácticamente llenaban el Kafe Antzokia ayer en pleno corazón bilbaíno les faltaron ojos para poder fijarse al mismo tiempo en el trío de ases de la técnica que forman The Winery Dogs. El súper grupo americano brilló en un concierto de hora y media en el que supieron destilar altas dosis de virtuosismo pero con el mérito doble de ponerlas al servicio de las canciones. Rock con mayúsculas con influencias de hard rock que van desde los años setenta hasta los noventa, sazonadas por la propia personalidad de los tres músicos que portan el estandarte de The Winery Dogs.
Al batería Mike Portnoy se le asocia con Dream Theater, al bajista Billy Sheehan con Talas, David Lee Roth o Mr. Big y al guitarrista y vocalista Richie Kotzen con Poison y Mr. Big, pero es un mero resumen de tres carreras que han alumbrado infinidad de discos, bandas y proyectos y que ahora confluyen en The Winery Dogs. Tras dos discos, el último Hot Streak (2015), y un intenso bagaje en la carretera se les puede considerar un verdadero grupo que sabe aunar una técnica exquisita en canciones perfectamente estructuras y pegadizas que apenas superan los cuatro o cinco minutos.
En Bilbao alternaron siete temas de cada uno de sus dos lanzamientos, basculando los de su debut en la parte final del show. Kotzen volvió a demostrar que es tan buen cantante como guitarrista, se lució interpretando en acústico su propio tema, Fire, y mostró sus dotes de pianista en Think It Over y en el comienzo de Regret.
En el Kafe Antzokia aún atruena el eco del bajo de Billy Sheehan, que fue un verdadero portento durante toda la actuación, reclamaba la atención incluso en los punteos de Kotzen y sobresalió en un impactante solo de más de seis minutos. El triunvirato lo cerró Mike Portnoy que además de aportar coros y volver a evidenciar su clase tras los parches, realizó un pequeño solo y un número en el que siguió el ritmo con las baquetas tocando por todo el escenario, aporreando hasta las paredes y el suelo, y saludando a los miembros de seguridad.
Pero The Winery Dogs no estuvieron solos anoche en Bilbao. Con ellos vinieron los teloneros Inglorious, un conjunto al que le quedan unos días para debutar con un disco homónimo. Procedentes de Reino Unido y con un guitarrista sueco derrocharon energía y un más que notable hard rock de escuela clásica y perfectamente hilvanado. En la capital vizcaína despuntó el cantante Nathan James, que se ganó al público tanto por sus poses de frontman como por su gran voz. Además de los temas que darán vida a su debut, en el Kafe Antzokia realizaron dos versiones: I Surrender de Rainbow y Lay Down, Stay Down de Deep Purple.
En breve crónica completa del concierto de THE WINERY DOGS e INGLORIOUS en el Kafe Antzokia de Bilbao en METAL JOURNAL
INGLORIOUS
THE WINERY DOGS
