Zakk Wylde, intimista y en familia

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El guitarrista Zakk Wylde desveló anoche en la sala Santana 27 de Bilbao su cara más melódica e intimista en la presentación de su reciente disco en solitario, Book Of Shadows II. El rock sureño teñido por un tono melancólico chocó con la cascada de notas que desprendían las seis cuerdas de todo un guitar hero con pedigrí ochentero.

Cuenta la historia del metal que el propio Ozzy Osbourne encontró en un jovencísimo Zakk Wylde la verdadera reencarnación de su añorado Randy Rhoads, fallecido unos años antes en un trágico accidente de avioneta. Ozzy no dudó en convertir a Zakk en su nuevo icono para sustituir a Jake E. Lee y afrontar la segunda mitad de los ochenta con energías renovadas. No Rest For The Wicked fue en 1988 la presentación a escala mundial de un Zakk Wylde que, prácticamente 30 años después, sigue ocupando una posición predominante en la escena metálica en buena medida gracias a su banda Black Label Society y a todo el legado que dejó al lado del madman Ozzy Osbourne.

En 1996 rebajó la tensión eléctrica de su guitarra y apostó por un rock sureño intimista siguiendo la estela que ya había trazado en Pride & Glory en su primer disco en solitario: Book Of Shadows. Veinte años después ha desempolvado aquella idea dándole continuidad en un nuevo álbum que lleva el mismo título.

Junto con sus compañeros de Black Label Society, Zakk Wylde se ha embarcado en una gira encabezada por su nombre para tocar exclusivamente material de sus dos discos en solitario. Algunos seguidores se dieron de bruces con esta realidad en pleno concierto esperando que tocara temas de Black Label Society, un hecho que no ocurrió.

Aunque en buena parte de la gira el telonero ha sido el guitarrista Jared James Nichols en Bilbao la tarea de abrir el concierto recayó en los navarros Ciclonautas, compuestos por el argentino Mai Medina (voz y guitarra), Alen Ayerdi (batería, también en Marea) y Javiertxo Pintor (bajo).

Contaron con más de 40 minutos para desplegar un rock con distintas influencias, que iban desde el stoner o el sureño hasta algunos dejes urbanos. Destacó su vena más melódica ante una audiencia que mayoritariamente desconocía su propuesta.

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El hecho de caer en miércoles unido al elevado precio de la entrada influyó en la escasa afluencia de espectadores, lo que confirió un carácter muy familiar al concierto de Zakk Wylde. El guitarrista de Nueva Jersery apostó por Sold My Soul de entrada unido al primer extenso solo de la noche. Quienes temían que fuera un show prácticamente acústico rápidamente comprendieron que también estaban equivocados.

Zakk Wylde lució su interminable catálogo de poses metaleras, tan reconocidas de su época con Ozzy y Black Label Society, al tiempo que las encajaba en canciones de rock sureño, melancólico y evocador. El rock se reconvertía en heavy cada vez que la guitarra de Zakk Wylde asumía el protagonismo en solos en ocasiones interminables.

Los temas nuevos se sucedieron en el comienzo; Autumn Changes, Tears Of December o Lay Me Down. En Road Back Home Wylde se sentó al piano para reflejar su vena más personal.

El músico de Nueva Jersey se mostró mucho más fiable con la guitarra que en su faceta como vocalista, donde alternó luces y sombras. Tras Yesterday’s Tears sacó la armónica, y después atacó un impresionante solo de guitarra que comenzó en el escenario y prosiguió entre la audiencia. Tocó con la guitarra en la espalda mientras sus seguidores le rodeaban remarcando aún más el carácter de concierto familiar. Fue un solo tan espectacular como extenso, y se convirtió en uno de los momentos estelares del concierto.

Zakk Wylde y sus compañeros de Black Label Society alternaron temas antiguos, como el acústico Dead As Yesterday o Way Beyond Empty con nuevos como Eyes Of Burden. Zakk volvió a sentarse al piano para interpretar en solitario The King. El guitarrista se puso a gritar como loco en la presentación de sus tres compañeros de banda soltando unas peroratas de broma sobre cada uno de ellos. Concluyeron la actuación con dos temas de su reciente Book Of Shadows II: Lost Prayer y Sleeping Dogs.

Zakk Wylde evidenció nuevamente a lo largo de hora y media que es uno de los grandes guitar heroes del heavy metal, una etiqueta de la que curiosamente no se pudo despegar ni en un concierto de rock sureño. Quienes tenían claro lo que habían ido a ver salieron satisfechos. Quienes pensaban que iban a presenciar un concierto de Black Label Society acabaron aburridos y decepcionados. Zakk Wylde se despidió de Bilbao con un largo rito en el que incluyó una especie de persignación y sus habituales golpes en el pecho.

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CICLONAUTAS

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