Ambiente de lujo en el Bilbao Arena de Miribilla para presenciar a uno de los mayores iconos del heavy metal; Scorpions. Miles de aficionados prácticamente llenaron el pabellón con el temor de estar ante la última oportunidad de presenciar un concierto de los alemanes. Desde los aledaños del recinto deportivo, sede del Bilbao Basket, se atisbaba que era una cita de las grandes. Colas interminables de seguidores que desafiaban el calor perfectamente uniformados de negro, autobuses llegados de otras ciudades y mucha expectación que se podía palpar incluso antes de que se abrieran las puertas, pasadas las siete de la tarde.
Es verdad que su interminable gira de despedida rayó lo vergonzoso, y que aquel adiós que nunca llegó desembocó en un inesperado nuevo disco de estudio; Return To Forever (2015). Intentaron borrar aquel ardid de mero marketing para pasar a una nueva gira donde celebraban su 50 aniversario, a pesar de que su debut en realidad data de 1972. Pero dicho todo esto, no hay ningún grupo de heavy metal que pueda mirar a Scorpions por encima del hombro. Su historia, sus logros, discos imprescindibles y décadas de éxitos les han situado como la banda del género más importante de la Europa continental.
Bilbao no se podía quedar sin una cita con Scorpions. Los aficionados vizcaínos habían tenido que desplazarse a prácticamente todas las provincias limítrofes en las últimas décadas para ver a los de Hannover. La última oportunidad había sido en el festival Azkena Rock de Vitoria en 2014.
Los teloneros en Bilbao fueron los suecos Sabaton, una banda de heavy metal clásico con toques power y un concepto claro basado en la historia de la guerra. Llegaban directamente de Finlandia, donde habían tocado en un festival la noche anterior, y salieron al escenario de Bilbao después de dormir solo dos horas.
Temas hímnicos, movimientos acompasados y la batuta del aguerrido vocalista Joakim Brodén dominaron la hora que tuvieron asignada. Encontraron en el sonido a su peor aliado, pero lo combatieron con varios de sus clásicos, actitud y entrega. Aunque no fue su mejor noche, Sabaton siguen escalando posiciones a escasos dos meses del lanzamiento de su nuevo disco, The Last Stand.
SCORPIONS
Con dos pantallas laterales y otra central que ocupaba toda la trasera del escenario, Scorpions apostaron por un show eminentemente visual. Comenzaron uniendo presente y pasado al enlazar Going Out With A Bang y Make It Real, esta última adornada con una enorme ikurriña proyectada en las pantallas.
Los primeros compases del show revivieron los albores de la banda con material de los años setenta, incluido un llamativo medley para los seguidores más avezados. Los alemanes contaron con la propulsión de un motor turbo que marcaba el ritmo desde la batería. Ni más ni menos que Mikkey Dee (Motörhead) es quien sustituye a un James Kottak que nuevamente ha tenido que alejarse de la banda debido a sus adicciones. Dee ya se había comprometido para tocar con Thin Lizzy en la gira de aniversario, pero una llamada de Scorpions cambió los planes de un músico a quien la muerte de Lemmy Kilmister le dejó momentáneamente a la deriva.
El vocalista Klaus Meine y los guitarristas Rudolf Schenker y Matthias Jabs volvieron a ser el foco de todas las miradas manteniendo muy viva la esencia de la banda. Las baladas forman parte del ADN de los alemanes y evidentemente no podían faltar en Bilbao. Montaron un set acústico para enlazar Always Somewhere, Eye Of The Storm y Send Me An Angel y coronaron su vena melódica con una emotiva Wind Of Change.
El punto de inflexión claro llegó con el tema nuevo Rock ‘n’ Roll Band y sobre todo con el heavy metal de Dynamite. A partir de ese momento el ritmo de la actuación se aceleró logrando altas cotas de intensidad, donde destacó el solo de Mikkey Dee a bordo de una batería cuya plataforma se alzó hasta lo más alto del pabellón.
La fiesta estalló nuevamente con Blackout, No One Like You y Big City Nights. Lamentablemente en lo mejor de la noche llegaba un abrupto final. Todavía quedaban los bises con la archiconocida balada Still Loving You y el estallido de Rock You Like A Hurricane. Scorpions acabaron a lo grande ante una audiencia rendida a la clase de una banda que desafía el paso del tiempo con mucha dignidad.
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