JOE SATRIANI
Sala Santana 27, Bilbao
3 de junio de 2023
Ya lo avisó con el título de su primer disco allá por 1986. No es de este planeta y anoche lo volvió a demostrar una vez más ante una abarrotada sala Santana 27. Su nave extraterrestre aterrizó en Bilbao a las ocho y media de la tarde comandada por un Joe Satriani que ni siquiera necesitó probar sonido antes de salir a escena. El virtuoso por antonomasia y maestro de maestros sentó catedra durante dos horas y cuarenta y cinco minutos dividiendo el concierto en dos bloques separados por un descanso de veinte minutos.
El guitarrista neoyorquino volvía a pisar una sala en la que ya actuó en el verano de 2016 y, al igual que entonces, próximo en el tiempo a la actuación de su alumno más aventajado; Steve Vai, quien tocó en Santana 27 el pasado mes de abril. Satriani también visitó Bilbao en 2018, entonces con el G3 que compartió con John Petrucci y Uli Jon Roth en el Palacio Euskalduna. Los más veteranos hasta recordaron cuando Satriani se calzó los zapatos de Ritchie Blackmore en la gira de The Battle Rages On de Deep Purple que recaló en Burgos en 1994.
Ayer llegaba a la capital vizcaína en la recta final del tramo europeo de ‘Earth Tour’, que culmina hoy en Burdeos y que previamente había recalado en Barcelona y Madrid colgando el cartel de ‘sold out’ (todas las entradas vendidas). Un tour en el que en realidad está presentando sus dos últimos discos de estudio; Shapeshifting (2020) y The Elephants Of Mars (2022).
Satriani venía acompañado por una sólida formación que comprende al coloso batería Kenny Aronoff, el latido del legendario John Fogerty desde los años noventa, además de haber colaborado con un gran elenco de artistas de la realeza musical. Al bajo Bryan Beller (The Aristocrats, Steve Vai…), el único que repetía de la anterior visita en 2016, y en los teclados y guitarra de apoyo; el australiano Rai Thistlethwayte.
La nutrida audiencia contaba con un gran número de guitarristas que miraban embelesados a un maestro que encuentra la perfección consiguiendo sonar como en los discos sin caer en los fallos más propios de humanos. Y precisamente el sonido fue uno de los puntos fuertes de la actuación de anoche. Pero también había muchos espectadores para los que los trastes de la guitarra encierran misterios insondables. Y tanto unos como otros disfrutaron plenamente porque Joe Satriani siempre vuelca su inagotable técnica al servicio de las canciones haciendo que un concierto instrumental sea apto para todos los públicos.
El primer bloque de la actuación constó de doce canciones y duró una hora y cuarto. En esta parte del concierto el guitarrista americano hizo especial hincapié en sus dos últimos trabajos, aunque también dejó una buena cuota para clásicos. Repasó a conciencia The Elephants Of Mars y se apoyó durante todo el show en una pantalla que emitía imágenes que complementaban la música.
Sonó muy heavy en Thunder High On The Mountain con un riff pétreo y no se dirigió a la audiencia hasta la presentación del séptimo tema; Blue Foot Groovy. En realidad, Satriani ayer solo habló con la guitarra, su mejor forma de expresión. De vez en cuando extendía los brazos simulando un abrazo a sus fans, y apenas se limitó a decir algunos agradecimientos. La música y, en especial, su guitarra tomó la palabra en todo momento.
Una nave surcó la pantalla en Flying In A Blue Dream, uno de los grandes momentos del primer bloque del concierto que llegaba a su parte final cuando Satriani anunció la emotiva Faceless. Pero quedaban dos de los momentos álgidos con Crystal Planet y, sobre todo, con Summer Song, que contó con la colaboración de una audiencia entregada que no paró de corear.
Tras cerca de veinte minutos de descanso llegó el turno para un Kenny Aronoff con un sensacional solo de batería que ofreció la verdadera magnitud de su técnica y pegada. A sus 70 años está en una forma envidiable. En la primera parte del segundo bloque del concierto se adentraron en una fase más experimental con E 104th St NYC 1973 y con un solo de teclado de Rai Thistlethwayte.
Satriani, que exhibió un buen número de guitarras, dedicó una sección al disco Shapeshifting donde destacó sobremanera la canción homónima con hechuras de clásico, que acabó con el sonido de una nave espacial. Joe presentó la más melódica Teardrops antes de hacer una demostración de sus dotes para tocar blues, estilo que domina como el rock, el jazz o cualquiera que le pongan por delante.
Emotiva a más no poder sonó If I Could Fly en la que cambió el condicional del título por toda una realidad consiguiendo que los seguidores lograran volar con su imaginación. Esta canción originó un pleito en su día en el que Satriani llegó a acusar a Coldplay de plagio. Había llegado la traca final con el guitarrista presentando Always With Me, Always With You y con todos los fans alzando sus móviles al aire. El guitarrista asentía cada vez que los seguidores coreaban las melodías. Satch Boogie fue el colofón perfecto.
Pero todavía quedaban los bises iniciados con Crowd Chant, que como indica el título está destinada a que la audiencia cobre protagonismo cantando a pleno pulmón. El cierre llegó con el clásico entre los clásicos de Joe Satriani; Surfing With The Alien, y con un peculiar broche en el que el guitarrista se compenetró con Kenny Aronoff para dar punto final a una actuación sobresaliente.
Tras cerca de tres horas abducidos por un Joe Satriani de otro planeta, los espectadores volvieron de golpe a la realidad. Alguno seguro que cogió la guitarra nada más llegar a casa y otros se llevaron parte de las canciones sonando en bucle en sus cabezas. Unos y otros habían sido testigos de un avistamiento extraterrestre en Bilbao.
