
La de Steelheart era una de las actuaciones marcadas en rojo para buena parte de los asistentes a Lion Rock Fest 2025. Además de la lógica espera de sus seguidores acérrimos, para quienes no los habían visto en el extranjero era una oportunidad de lujo para trazar una muesca más y ver por primera vez a una de las bandas de la época dorada del hard rock y el glam metal americano. Obras como Steelheart (1990) y Tangled In Reins (1992) abundan en las estanterías de los seguidores del género.
Salieron en tercera posición con el cantante Miljenko Matijevic como único miembro de las primeras formaciones. Completamente vestido de cuero negro, gafas de sol y pelo corto con flequillo/tupé. Lucía una gran forma física, pero con una imagen radicalmente distinta a la de su juventud. Atrás quedó aquella larga melena castaña clara por la que era tan característico.
El inicio del concierto lo dedicaron plenamente a Steel Dragon, una banda ficticia creada ex profeso para la película ‘Rock Star’ y en la que Miljenko era uno de los vocalistas. Encadenaron hasta tres canciones; Blood Pollution, Livin’ The Life y Stand Up. Todo en Steelheart era cuando menos peculiar. En primer lugar, la puesta en escena del cantante de origen croata era singular a más no poder. Elegía una postura, se congelaba en el tiempo y la teatralizaba al máximo.
Dieron el salto a Steelheart on My Dirty Girl y Gimme Gimme con ecos que recordaban a Mötley Crüe, pero el concierto no tenía un ritmo definido. Costaba mucho seguir el hilo de la actuación tanto por algunos parones como por la disposición de la banda. El bajista Kevin Chown era el que más animaba mientras el guitarrista Joe Pessia, a pesar de su clase, deambulaba de adelante hacia atrás buscando constantemente la tarima de la batería que ocupaba Mike Humbert.
En Cabernet hasta incluyeron un solo de bajo y de guitarra cortando aún más el ritmo. En el aspecto positivo Miljenko evidenció que aún conserva parte de la potente voz por la que se hizo un hueco en la escena americana de finales de los ochenta y comienzos de los noventa. Lo demostró asumiendo todo el control en la soberbia balada She’s Gone, que fue uno de los puntos álgidos de su show.
La recta final elevó el nivel al apostar por algunos de los temas más reconocibles para sus fans y para el público en general: Everybody Loves Eileen, I’ll Never Let You Go y el último; We All Die Young. El concierto de Steelheart tuvo algunos momentos brillantes, pero que se difuminaron demasiado en el cómputo global. Fue una pena porque si hubieran apostado por un repertorio interpretado de forma más dinámica y sin parones hubieran realizado un gran concierto. Tienen mimbres de sobra para hacerlo.










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