Llevan cerca de dos décadas de carrera, pero no ha sido hasta los últimos años cuando el nombre de Avatar ha comenzado a suscitar un interés significativo en España. Especialmente desde que editaron su último disco, Avatar Country, el año pasado. Los suecos salían a uno de los escenarios principales de Rock Fest Barcelona en pleno mediodía en una de las posiciones más difíciles. Sin embargo, la expectación era patente entre un público que desafió a los rayos de sol más peligrosos para catar de cerca la rompedora propuesta de los nórdicos.
Encabezados por el histriónico vocalista Johannes Eckerström, llegaron a Can Zam con su particular vena teatral y con una iconografía con reminiscencias circenses. Un logo luminoso anunciaba que era el turno de Avatar. Perfectamente uniformados, los de Gotemburgo arrancaron con Hail The Apocalypse y A Statue Of The King.
Uno de los secretos de su directo es una cuidada puesta en escena en la que los músicos acompasan movimientos dejando las riendas al frontman. Musicalmente destacan por una perfecta fusión de potencia y melodía con acusados cambios de ritmo. De su original death metal melódico han virado hacia corrientes más cercanas al groove metal y al industrial sin olvidar su orientación melódica.
Johannes demostró ser todo un personaje al mando de Avatar. “Diseñamos estas chaquetas en Suecia y en diciembre”, comentó en clara alusión al calor que estaban pasando. El cantante acentuó su conexión con Barcelona y desveló que toda su vida había acudido a la Costa Brava. Lució sus buenas dotes como actor y también su capacidad de alternar distintos registros con la voz.
Animaron el mediodía en Can Zam al ritmo de Bloody Angel y The Eagle Has Landed, un título especialmente apropiado teniendo en cuenta que Saxon iba a desplegar su águila en ese mismo escenario unas horas más tarde. Jonas Jarlsby agitaba con energía sus largas rastas, asumía parte de los solos de guitarra y hasta se desmarcó de sus compañeros cambiando su chaqueta por otra mucho más llamativa.
En la recta final destacó Smells Like A Freakshow completando un concierto de 53 minutos en los que Avatar volvió a sembrar con idea de seguir recogiendo frutos más adelante. Peculiares a más no poder, los suecos fueron un buen contrapunto en la jornada del sábado.
