D-A-D, o lo que es los mismo; Disneyland After Dark, inauguraron la jornada del jueves en el escenario Azucena. Los daneses disfrutaron de un éxito efímero a finales de los ochenta que estuvo a punto de abrirles las puertas del mercado americano. La llave fue su tercer disco, No Fuel Left For The Pilgrims, editado por Warner Bros en 1989. Al final aquella cerradura acabó atascándose y no pudieron adentrarse en el Olimpo de bandas que gobernaban la escena al calor del neón americano.
Sin duda su presencia en Leyendas Del Rock 2016 era uno de los grandes atractivos para los seguidores del hard rock y una de las curiosidades del festival. Aparecieron ataviados de forma peculiar y cada uno a su manera. El vocalista y guitarrista Jesper Binzer con americana y camisa blanca, el guitarrista Jacob Binzer todo de negro y con una chistera, el batería Laust Sonne trajeado de blanco y el bajista Stig Pedersen centrando todas las miradas vestido como Napoleón y con un bajo transparente de dos cuerdas.
Los de Conpenhague salieron a por todas conscientes de que disponían de un tiempo limitado (50 minutos) y de que tenían que combatir la canícula vespertina y la consiguiente desgana de los seguidores. Su arma fue una entrega constante a la hora de interpretar un hard rock contundente y con unas guitarras cuyo tono musical era mucho más oscuro que el de otras bandas del género.
No se llamaron a andanas y se volcaron de lleno en su obra clave, No Fuel Left For The Pilgrims, que fue prácticamente diseccionada en Villena. En la primera parte de su concierto destacaron temas como Overmuch, Girl Nation, Rim Of Hell o True Believer. Tanto Jesper Binzer como el particular Stig Pedersen fueron los que más se implicaban con los fans.
En la parte final apostaron por la pegadiza Point Of View y concluyeron con el tema emblema; Sleeping My Dad Away, que extendieron demasiado con los manidos cánticos de los aficionados. En poco menos de una hora D-A-D convencieron a sus seguidores y se ganaron a buena parte de los espectadores que o ni sabían que existían o simplemente conocían su nombre de oídas.