A las seis de la tarde la lluvia había cesado y la temperatura era más fresca que en las jornadas anteriores. En ese escenario climatológico ideal llegó el turno para los holandeses Epica, dispuestos a presentar su última obra de estudio; The Quantum Enigma.
La suerte es otro de los factores que influyen en los festivales a cielo abierto, y si para Tankard jugó en contra para Epica lo hizo a favor. Arrancaron precisamente repasando su nuevo trabajo con temas como The Second Stone o The Essence Of Silence. El ampuloso estilo sinfónico y operístico de la banda holandesa partía de los teclados y desembocaba en la vocalista Simone Simons, muy centrada en su interpretación y no excesivamente comunicativa gestualmente con los fans. Sí acompaña a la banda en movimientos dentro de una cuidada coreografía que hace que el concurso de Epica sea visualmente muy atractivo.
The Obsessive Devotion recuperó el disco The Divine Conspiracy mientras Sensorium fue un recuerdo a su ya lejano debut; The Phantom Agony, de 2003. Simone cuenta con la extraordinaria ayuda de su plantel de instrumentistas a la hora de animar a la audiencia. La pareja de guitarristas, formada por Isaac Delahaye y Mark Jansen, esgrimía sus mástiles en primera línea y ambos se juntaban para elaborar melodías. También se mostró muy activo el bajista Rob Van Der Loo. Y hasta Coen Janssen se adelantaba luciendo su curioso teclado en forma de arco.
Hubo tiempo en la hora asignada para repasar más temas nuevos como Victims Of Contingency y Unchain Utopia y para despedirse con Consign To Oblivion. El sonido tampoco fue aliado de los holandeses siendo el único punto negativo en una actuación seria y muy bien planteada.
