HARDBONE
Satélite T, Deusto (Bilbao)
11 de octubre de 2015
Satélite T es un amplio bar, ubicado junto al puente de Deusto y frente a la puntera zona de Abandoibarra, con un concepto innovador en el que marinan gastronomía y música en directo. Disponen de una cuidada decoración y una cartelera variopinta y extensa que incluye conciertos hasta los domingos al mediodía para acompañar al vermú y las rabas.
Era noche dominical, pero víspera de fiesta, lo que facilitó que la visita de los alemanes Hardbone consiguiera el respaldo de la afición hard rockera. Aunque son jóvenes, los de Hamburgo ya tienen bastantes kilómetros recorridos y tres discos en su bagaje: Dirty ‘N’ Young (2010), This Is Rock ‘N’ Roll (2012) y Bone Hard (2014). En Bilbao completaban una gira estatal que les había llevado a actuar en Ourense, Oviedo, Zaragoza, Pamplona y Parla.
La audiencia estaba compuesta por seguidores de hard rock y rock clásico con un media de edad superior a la de los intérpretes germanos. No contaban con teloneros pero sí con un escenario en condiciones incluso para que entraran los cinco músicos sin problemas, lo que no suele ser habitual en este tipo de locales.
Jugaban con un sonido aceptable pero con unas luces pobres, lo que dejaba todo a merced de su propuesta musical. Con el lema “100% no es suficiente, 110% de rock ‘n’ roll’, Hardbone se puede encuadrar dentro de la ingente cantidad de bandas que sigue la estela tanto de AC/DC como de los grupos que han triunfado usando esa misma fórmula, léase Airbourne, etc. Apenas unos días antes los seguidores del género pudieron ver otro conjunto con un estilo similar; los suecos Dynamite, que habían tocado en la sala Sonora de Erandio junto con Wolf y Enforcer.
La primera parte de la actuación Hardbone la dedicó a presentar su último disco hasta la fecha, Bone Hard, con temas como Take It Off, Sound Of The City, Bad Boy o Move On. Su reclamo de hard rock primitivo pero efectivo comenzó a lograr el objetivo ante una audiencia que se iba contagiando del entusiasmo de los germanos.
El vocalista Tim Dammann no paraba de brindar con los más lanzados que se agitaban en las primeras filas. No necesitaron de artificios para contagiar su rock sudoroso cocinado con dos guitarras y una sección rítmica, y liderado por una voz particular.
Comenzaron a repescar canciones de sus anteriores lanzamientos, como This Is Rock ‘N’ Roll o Walking Talking Sexmachine y consiguieron su cometido con uno de los mejores momentos de la noche; One Night Stand, en la que contaron con un solo de armónica a cargo de uno de los asistentes al que Tim puso el micrófono.
La segunda parte del concierto fue más intensa después de que banda y fans estrecharan lazos. Tras Fire dieron mucho protagonismo a su segundo disco con canciones como Wild Nights, Young Blond y Hellevator.
Se retiraron a un lado del escenario para escenificar el inicio de los bises en los que enlazaron Girls & Gasoline, Neckbreaker y One Last Shot, ante una audiencia que había recibido con ánimos el concierto de unos intensos Hardbone.
Es evidente que su fórmula es muy conocida e incluso manida, pero los alemanes consiguieron que su hard/rock and roll calara entre los aficionados que tenían ganas de fiesta, y ese objetivo lo cumplieron con creces.
