CRÓNICA CONCIERTO STRYPER (ANAHEIM, CALIFORNIA)

Crónica del concierto de Stryper en Anaheim

STRYPER
RAILROAD TO ALASKA
House Of Blues, Anaheim, California
(Octubre 2011) 

PROFETAS EN SU TIERRA


PEDRO ALONSO
En plena entrada al parque de atracciones de Disneyland en Anaheim (California) está ubicada la sala de conciertos House Of Blues, perteneciente a una famosa cadena con trece establecimientos en Estados Unidos. Su lema es “In Blues we trust”, aunque en sus escenarios tiene cabida todo tipo de música, desde el gospel hasta el heavy metal. Rodeado por infinidad de tiendas y restaurantes, el recinto de acceso a Disney se convierte en un reclamo multicolor para alimentar la ilusión de los miles de niños que acuden cada día con sus familias al parque.

El House Of Blues no deja de ser una atracción más en el mar de ocio de Anaheim. Decoración clásica americana, doble piso con mesas VIP para cenar y una pequeña sala de conciertos para alrededor de 500 espectadores lo convierten en un sitio ideal para ver actuaciones con un enfoque cercano. Tarde dominical y cita religioso-rockera para los aficionados californianos con la descarga de los locales Stryper. Horas antes del show comenzaban a florecer decenas de seguidores con merchandise de la banda.

Familias enteras venían preparadas para la ocasión. Muchos de los padres lucían camisetas oficiales de la gira de 1986 que habían conservado desde su época adolescente. Llamaba la atención la cantidad de niños que iban a acudir al concierto, algo impensable en Europa. Otro dato curioso era que más de la mitad de asistentes vestían camisetas de Stryper, una proporción que rara vez se ve por aquí. Pero el secreto era fácil de desvelar. Los de amarillo y negro son de Orange County, pegando a Anaheim, por lo que esta noche jugarían en casa con todo el calor de su afición.

Los teloneros fueron Railroad To Alaska, una joven banda de Midway City, también en el condado de Orange, así que vecinos de Stryper. Enlutados y melenudos, desde el primer momento dejaron ver claramente que la única coincidencia que tenían con los cabezas de cartel era la procedencia, musicalmente eran diametralmente opuestos. Los primeros temas les acercaban al doom con riffs pesados que dirigía el vocalista, que también tocaba la guitarra.


Poco a poco fueron ampliando el abanico musical a diferentes estilos mezclando desde grunge hasta fases progresivas y post metal. Todo ello cubierto por una puesta en escena muy oscura y un sonido envolvente y potente. Llamó la atención desde los primeros temas la presencia de un chico con estética a lo Blues Brothers que se pasó medio concierto de pie con un bastón y sin pestañear. En los últimos temas le sentaron en una silla y le pusieron un periódico a modo de atrezzo. Se llevaron una buena ovación aunque ya había impaciencia por ver a los soldados bajo el comando divino.

STRYPER, jugando en casa

Con una primera fila compuesta prácticamente por niños, Stryper salieron al ritmo de la clásica “Sing-Along Song” con una audiencia que se volcó con ellos de entrada. Michael Sweet también preguntó, como es costumbre, a ver quiénes les veían por primera vez. “¡Llevo 24 años esperando para veros!”, gritó un fan en las primeras filas. “Pues entonces te perdiste toda la época de los cardados y de los vestidos en amarillo y negro”, le contestó un distendido Sweet, que se mostró mucho más accesible y hablador de lo habitual.

El metal estalló en “Loud ‘N’ Clear” con las guitarras cortantes de Oz Fox y la formación original, gracias a la vuelta del bajista Tim Gaines, en plenitud. Michael recordó que el origen de la banda y el lugar donde comenzaron a ensayar había sido muy cerca de allí ante el júbilo de sus paisanos, que les jaleaban constantemente.

Se había abierto la veda y los clásicos de los cristianos comenzaron a sucederse: “The Rock That Makes Me Roll”, el impresionante “Reach Out” y el conmovedor “Calling On You”. Esos temas cobraban un valor especial justo allí donde fueron concebidos hace alrededor de 25 años. Oz Fox incluso saludó a su madre que estaba presente en la audiencia mientras Michael entablaba conversación con el público o incluso felicitaba a un espectador por su cumpleaños.

La tensión subió enteros con dos joyas consecutivas: “Free” y “More Than A Man”, con un Michael con una gran voz y un elegante estilo de bailar. Oz Fox se esforzaba en bramar una guitarra que siempre ha dado a Stryper su carácter metálico. Sorprendía el bajista Tim Gaines, mucho más activo que en la gira estatal del pasado junio. Y cómo no, en la batería y tocando de costado estaba Robert Sweet con su característico estilo.

No se olvidaron de que estaban presentando “The Covering”, el disco de versiones, así que apostaron como en Europa por “Breaking The Law”, de Judas Priest. Al contrario que aquí, en América sí tocaron “Shout It Out Loud” de Kiss y cerraron la tripleta con “Heaven And Hell”, de Black Sabbath.

En la recta final y con la fiesta encendida en el House Of Blues Stryper dieron el do de pecho con “Surrender” y se desgañitaron con “The Way”, uno de sus temas más heavies. Habían convencido a cada uno de sus fieles a base de una actuación impecable. Además, a diferencia de los conciertos europeos, donde cumplieron el expediente con apenas 70 minutos, era obvio que en casa se habían esmerado muchísimo más. Uno de los asistentes, que les había visto nueve veces en el área de Los Ángeles, dijo que lo de Anaheim tampoco era habitual por allí. Habían estado mucho más accesibles y comunicativos que en otros conciertos.

Volvieron a escena con un potente “To Hell With The Devil” y un coreado “Soldiers Under Command”, que Michael comenzó en solitario haciendo un nuevo alarde de su voz. Hora y media de actuación que culminaron muy en serio rezando una oración ante unos devotos respetuosos que alzaban sus brazos o miraban al suelo con fervor. La verdad es que ponía la carne de gallina ver la comunión del público con la banda. Stryper dieron en casa lo que deberían dar en todos los conciertos, lo que desgraciadamente no vimos por aquí hace unos meses.
(Fotos: Pedro Alonso)



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