FLYING COLORS – SECOND NATURE

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FLYING COLORS
Second Nature
Mascot

A veces existe un abismo entre lo que los grandes instrumentistas generan y lo que demanda el público que no pertenece a la élite de músicos. Es una frontera que unos no quieren atravesar porque prefieren cultivar su propio ombligo técnico y los otros simplemente porque no entienden ese tipo de arte intrincado y complejo en exceso.

Nada más lejos de lo que proponen Flying Colors en Second Nature, su segundo disco. Aunque sean instrumentistas de ‘categoría especial’, han sabido utilizar sus destrezas al servicio de las canciones, cuajando un sensacional lanzamiento que gustará por igual a seguidores del rock progresivo y del rock clásico y melódico.

La lista de músicos que militan en Flying Colors es sencillamente soberbia: Steve Morse (guitarra, Deep Purple, Dixie Dregs), Mike Portnoy (batería y voces, Dream Theater, Transatlantic…), Neal Morse (teclados y voces, Spock’s Beard, Transatlantic…), Dave LaRue (bajo, Dixie Dregs…) y el vocalista Casey McPherson.

El álbum contiene dos grandes piezas que superan la decena de minutos; la inicial Open Up Your Eyes y la que cierra el disco; Cosmic Symphony, dividida en tres partes. Es en estos temas donde explotan su calidad técnica sin perderse en vericuetos imposibles. Destacan por lo melódicos y por la exquisitez de sus trazos musicales.

Bajo el tamiz del productor Billy Evans, pretenden aunar las melodías pop que emanan de la voz de McPherson con la elegancia progresiva de los instrumentistas. Con un sonido moderno y una melodía muy marcada surge Mask Machine. La intención de alcanzar un público mayoritario parte de cortes tan pegadizos como Bombs Away.

The Fury Of My Love es una pieza melódica para total lucimiento del vocalista mientras A Place In Your World tiene un tratamiento progresivo, a pesar de la accesibilidad del estribillo. Las tres voces cantantes de Flying Colors; Morse, Portnoy y McPherson, se ensamblan a la perfección.

El disco también desprende un aroma clásico con influencias setenteras, pero quedan un tanto dispersas gracias a un sonido moderno, como se puede ver en Lost Without You. Dominada por una entrada suave emerge la pegadiza y extensa One Love Forever. Y como pieza acústica llama la atención Peaceful Harbor, sin duda una gran composición coronada con un coro góspel. Han llegado a insertar secciones de cuerda en cuatro canciones.

El álbum está encabezado por una portada que les emparienta directamente con el género progresivo, obra del maestro Hugh Syme (Whitesnake, Aerosmith…). Flying Colors ha conseguido completamente cumplir su promesa de ensamblar el rock progresivo con temas accesibles para muy diversos públicos. Y la prueba fehaciente es este segundo trabajo.

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